lunes, 16 de diciembre de 2013

CALAMAR




     TERCERA ESTAMPA DE OTOÑO


     Y, por fin, los calamares. Han estado remolones y muy intermitentes, pero ya se van acercando con más regularidad a la costa, justo con el frío y después de las tormentas de noviembre.




     Abrimos el blog a los tentáculos, y esta temporada me gustaría traer aquí las experiencias de otros pescadores que conviven con el veneno del Eging desde hace tiempo. En la próxima entrada nos metemos en faena con un pescador apasionado y sabio: Gines Conesa. Creo que todos vamos a aprender con él.

     Y para acabar con las estampas de este otoño que se nos va, un poquito de Eging bien fresquito:











   

miércoles, 20 de noviembre de 2013

ESPETÓN




     SEGUNDA ESTAMPA DE OTOÑO


     Siempre salí a pescar sin cámara de fotos. Me compré una, compacta, simple y barata, cuando abrí este blog. Todavía me cuesta usarla porque lo paso bastante mal cuando el pez está fuera del agua y quiero soltarlo pronto.

     Mi retraso tecnológico es notable: la luz llegó a mi casa ya entrado el siglo XXI y el ordenador e Internet son para mí tan nuevos que casi me da vergüenza y miedo manejarlos.
      
     Pero, ya puestos en faena, pensé que ahora le tocaba el turno a la cámara de vídeo. Más trastos. La idea es poder hacer alguna grabación con la cosa del eging. Las horas son malas, porque la mayoría de capturas se dan con poca luz. Veremos.

     El primer día  que usé la cámara llegué justo cuando el sol se acababa de poner. Un momento muy de calamares. Coloqué malamente el nuevo trasto encima de la mochila y salió este vídeo, descentrado y torcido. La luz es la última del día y parece que todavía puede verse algo. No sé. Os lo pongo porque es el primero. La luz es resultona, pasa un barquito y un espetón se come el minnow al tercer lance. 
     
     Hasta la próxima, ya en pleno calamareo.






domingo, 6 de octubre de 2013

LLAMPUGA

 


     PRIMERA ESTAMPA DE OTOÑO



     Justo cuando he acabado de montar el equipo, un banco de agujas salta fuera del agua para evitar a un grupo de cinco o seis llampugas que le vienen detrás. Demasiado lejos para alcanzar la zona con el pequeño pencil que llevaba puesto.
     Cuando todo parece volver a la calma, una llampuga se interesa por el artificial. Viene sola pero, en la carrera, parecen dos o tres gracias a ese nervio que las lleva casi a la bilocación.
     Tres persecuciones y dos ataques. No consigo clavar. Llevo anzuelo simple. Después de un par de lances más, pierde el interés por mi pencil.
     Una pausa y pongo un jig. Al primer lance, y mientras el hierro desciende, tengo una picada doble: un mosquito en toda la frente y la llampuga en todo el jig. 
     Dio una pelea poco llampuguera porque venía clavada por la ventresca. Creo que más o menos todo esto puede verse en este vídeo.  
     Abrazos.




                                 
                                       







martes, 16 de julio de 2013

ESPERANDO AL PEZ

 


      La temporada de peces empezó tarde y mal. Muchas salidas sin ver un solo animal que llevarse a la caña. Y cuando los hubo, no supe pescarlos.

    Ya hasta los espetones, que nos han salvado de muchos bolos por estas fechas, parecen haberse aprendido la lección. Activos durante prácticamente todo el día en mayo y junio, nos hemos visto las caras muchas tardes de aguas claras, con persecuciones protocolarias a cada cambio de artificial y muy pocos ataques. Quién me lo iba a decir hace tan solo un par de años cuando, injustamente, casi los despreciábamos por fáciles y abundantes. Buena cura de humildad y una moraleja: no hay pez fácil de pescar que lo sea para siempre.

   Y luego están los palometones. Pocos, muy pocos he visto esta primavera. Y los he echado verdaderamente en falta porque son los reyes de la superficie en esas fechas. Días de mucha muñeca y poco pez. Para ellos parece que este año tampoco ha habido primavera.




     Ya mediado junio la cosa cambió. Pescando casi en mar abierto, con grandes fondos y en puntas que dan a las autopistas de paso de los primeros pelágicos de bando, que anuncian el verano de jigs y grandes minnows y stickbaits. Los primeros estorninos, los grandes espetones que, ahora sí, no pueden resistirse a un bocado voluminoso y proteico. Y este pez.



      Hermoso, potente y listo. Un buen pez, para un principio de temporada que es mejor olvidar.

      Os dejo con el vídeo de la suelta y os cuento algo más en un par de meses. Abrazos.











lunes, 13 de mayo de 2013

BALANCE


                                

     Este invierno casi no me he movido del sitio: una escollera a la entrada de una cala con fondo mixto de arena, posidonia y piedra. Entre quince y veinte metros de calado.

     Creo que me gusta ese sitio porque no le gusta a mucha gente más, así es que puedo estar pescando casi a pie de agua sin nadie a quien molestar. Salieron calamares desde el primer día y no han faltado en ninguna sesión, así es que para qué me iba a buscar otro sitio.

     Me gusta, además, el calado. Los recorridos son muchos: ahora por arriba; ahora por abajo; ahora por arriba y por abajo… Se mantiene uno entretenido. Y luego, un calamar traído desde bien profundo da mucho juego y se disfruta más tiempo. Para esta zona utilizo equipos 2.5-3.5.

     El tamaño  medio de los calamares ha sido menor que el de otros años, pero han entrado muchos más que en otras temporadas. Han ido acercándose a la costa en oleadas más o menos constantes, turnándose los tamaños y manteniéndose muy activos con los cambios de luz y dos o tres horas después del atardecer y antes del alba. No he conseguido pescarlos bien de día. Y es que los grandes calamares diurnos de otros años se daban en febrero, un mes imposible en este invierno raro de vientos y maretones.

     He probado los Millerighe EVO de la casa Molix.  Recubrimiento Keimura, coronas de carbono y cuerpo ligeramente segmentado. Muy buen lance y muy buena natación.




     El color Glowing Orange tiene un recubrimiento luminoso, potente, que salta a la vista de día y de noche. Y el contraste es el Black Silver, discreto y elegante.

     Pescando de noche creo que puede simplificarse mucho el trabajo de selección de señuelos. De hecho, la mayoría de noches de  este invierno he usado sólo los Millerighe.  Cuando tenía la sensación de que picaban menos al luminoso, ponía el negro. Un cambio de contraste y parecía que la cosa se animaba. Cuando el negro parecía ya no pescar, otra vez el luminoso.

     No deja de sorprenderme lo maravillosamente bien que funcionan los señuelos negros en noche cerrada y sin luces. El Millerighe Black Silver puede usarse sin activarlo con luz. Es apenas una sombra, casi imposible a la vista. Pero los calamares no fallan. Un prodigio que también hemos visto con los peces. Si se activa con la luz, la luminiscencia del Black Silver es muy sutil en la panza y en ojos y cola. Parece que hayamos cambiado de artificial. Si tanta sutileza no funciona, encendemos directamente las largas y trabajamos con el Glowing Orange, que es un escándalo de luces.





      

De esta manera podemos pasar la noche sin muchas complicaciones en la elección de colores. Un par de tamaños en cada recubrimiento y tenemos para probar casi todas las opciones.

     A menudo se dice que los calamares son caprichosos con los colores. Puede ser verdad. Pero caprichosos con los colores igual lo somos sólo los pescadores. Estas dos coloraciones de los Millerighe ofrecen un contraste bien diferenciado, tal vez suficiente para todos los caprichos. Una posibilidad, para aligerar el equipaje si nos apetece practicar una pesca un poco franciscana. Algo así como pescar en blanco y negro.





     Otro artificial que me ha parecido muy interesante y que empecé a usar el año pasado es el Gesola, de River2Sea.




     No se activa con la luz. Ni falta que le hace, porque tiene un recubrimiento reflectante, por debajo de la tela, que parece suficiente para que se lo coman en plena noche. Otra opción interesante si queremos ofrecer un contraste con los egis luminosos.

     Pero, sobre todo, el Gesola tiene una natación con un ángulo muy pronunciado, casi 45⁰. Enseña la panza con mucha facilidad y, en algunos momentos, puede ser también una opción diferente. Se apoya en el fondo con la cola bien levantada y es difícil de enrocar. Ideal para sepias, y calamares que comen muy abajo.

   El egi de River2 tiene una planta muy afilada en la cabeza. Esto hace que su manejo sea muy ágil y eléctrico. El modelo 4.0, por ejemplo, pesa sólo 21g. Un artificial con un tamaño respetable que puede ser manejado muy cómodamente con equipos medios.




     Este año los calamares parecían no querer irse. Se han intentado comer los jigs con los que buscaba los primeros peces, hasta casi finales de abril. Y guardando el material hasta el otoño que viene, quiere uno quedarse con algún momento, algo que saborear hasta que vuelva el frío. Este año creo que fue una picada. Un atardecer de febrero después de muchos días de mares fuertes. En una de esas pausas que a veces se toma el viento cuando se pone el sol. Estrenando una caña de poco más de cien gramos. Me pilló un poco atolondrado, con la mano blanda y la caña muy suelta, mientras el egi  navegaba solo. El latigazo me dio un susto que es difícil esperar de algo que no sea un pez. Así es que me gusta quedarme con esa imagen: la contundencia del ataque de estos animales y cómo podemos sentirla con toda nitidez si el equipo, el animal y las condiciones acompañan.

     Seguramente habréis visto muchos vídeos sobre eging. Pero para los que empiezan con esta técnica, creo  que esta película de promoción de un equipo de Shimano, puede ser interesante. El reportaje tarda algo en arrancar y tiene, naturalmente, mucha propaganda. Pero creo que puede poner imágenes a todo lo que intenté explicar en el tutorial al que dediqué las últimas entradas. Tiene imágenes submarinas de ataques al egi, picadas en todas las condiciones y clavadas soberbias. Pesca Mitsuya Hotta. Este pescador tiene una manera de detectar la picada que he visto se usa bastante en japón: durante el arco de descenso toma el hilo con los dedos de la mano libre. Un mixto de caña y linea de mano que puede ser interesante.

     En fin, ahora llegan los peces. Volveremos con los calamares en otoño. Os dejo, si os interesa, en Malasia, con Mitsuya Hotta, en un islote donde, si alguien me procurara algo de pan y cervezas de vez en cuando, fijaría definitiva residencia.

   
http://tv.shimano.co.jp/movie/original/tsurikibun_18/




sábado, 2 de marzo de 2013

TUTORIAL EGING (y 3)




     REGULACIÓN DEL FRENO

     Antes de lanzar nuestro artificial, regularemos el freno. La tara será mínima y dependerá mucho de la finura del freno de nuestro carrete, de la caña con la que trabajemos, de la profundidad en la que vamos a pescar o del tamaño de los calamares que esperamos encontrar. En cualquier caso, y para que os podáis hacer una idea, buscamos que cuando el calamar tenga un tamaño suficiente para nuestro equipo (curvándonos el blank con un buen peso relativo), el freno ceda algo en la clavada y en los sifonazos. Si el calamar tiene buen tamaño para el equipo, no deberá importarnos tampoco que el freno patine ligeramente mientras nos lo traemos, especialmente si lo levantamos desde una zona con buen calado.

     La tara será tan mínima que,  por ejemplo, en jerks largos y enérgicos a profundidades de 20-25 metros, el freno también puede ceder levemente sólo con la resistencia del egi a esas profundidades. En estos casos el recorrido del señuelo en el tirón será menor que el desplazamiento de nuestra puntera, por la amortiguación que producirá la salida de la línea. Esto no debería importarnos demasiado, porque cerrando el freno para mover limpiamente el egi a esas profundidades corremos peligro de desgarros en el cefalópodo si tenemos un enganche con toda esa presión y resistencia de la columna de agua.
    
     En el eging no vamos a lamentar en ningún caso una tara del freno excesivamente ligera: el calamar siempre nos va a dar tiempo a cerrar un poco la salida del hilo y ajustar la resistencia sobre la marcha, porque la defensa del cefalópodo no es feroz ni comprometida. Sí podemos lamentar un freno excesivamente apretado: en la clavada, en el bombeo, en los sifonazos de defensa o en la negociación con el oleaje a la hora de varar o ensalabrar un buen ejemplar.




     Necesitamos conocer qué prestaciones ofrece el freno de nuestro carrete, cómo se comporta el blank de nuestra caña y cuáles son las condiciones de la mar para ajustar el freno de manera que nos permita gobernar y mandar en el lance, pero sin forzar demasiado ni querer traernos rápidamente y por las bravas a un animal al que tenemos sujeto con alfileres.

     Si nuestro freno no acompaña el proceso con una cierta finura y lo tenemos excesivamente apretado, el resultado va a ser el desgarro de tejidos o la amputación de tentáculos. Pensad que vamos a clavar; que nuestro cefalópodo empujará y querrá recular en la recuperación; que podemos atravesar fuertes corrientes mientras nos lo traemos; que el animal podrá abrir brazos y aletas para ofrecer toda la resistencia posible... Todo esto mientras lo tenemos prendido, a veces, por un solo tentáculo, delicado, blando y fácil de rasgar o partir.


     VAMOS A PESCAR

      Y buscaremos calamares, que es el cefalópodo que más juego nos va a dar en esta técnica. Recordemos que para sepias y pulpos trabajaremos el señuelo más cerca del fondo.

     Hemos regulado nuestro freno. Elegimos el artificial y lanzamos. ¿Mucho, poco, al frente, paralelo a la costa...? Pues lanzamos al frente y buscamos llegar lejos. Si el calamar está cerca, ya le llegará el señuelo. Y ya haremos lances en abanico si al frente no hay respuesta.

     Dejamos al egi profundizar libremente, sin cerrar el asa. Mantenemos la puntera baja para que la línea toque agua bien cerca y evitar desplazamiento por el viento, si lo hay. Para un primer lance no está mal calcular cuándo podemos estar más o menos a media agua. En lances sucesivos ya llegaremos más abajo o nos quedaremos en la superficie, pero para este primer recorrido de reconocimiento, las medias aguas son territorio en el que podemos estar al alcance del calamar si anda más hundido (ya subirá si se siente atraído) y también nos haremos notar si andan en superficie (bajarán a comer).

     Tenemos el egi a media agua. Cerramos el asa. Dejamos que el hilo se tense y tome el control del artificial. ¿Empezamos con los jerks? Todavía no. Antes vamos a tantear nuestro artificial con un desplazamiento de la puntera o con alguna vuelta de manivela para comprobar cuánto pesa nuestro egi. Si pesa demasiado, puede que ya tengamos un calamar prendido. O que hayamos calculado mal y estemos enganchados al fondo. Si empezamos con los tirones sin antes hacer esta comprobación podemos traernos un tentáculo o, en el peor de los  casos, partir la línea si no hemos calibrado bien el freno. Así es que será muy importante comprobar que nuestro artificial navega libremente antes de empezar cualquier serie de tirones.




     Ahora sí. Un par de jerks largos, por ejemplo, seguido de tres o cuatro jerks más cortos. Acabada la serie de tirones recogemos la línea sobrante mientras colocamos la punta de la caña bien baja, todo lo baja que el escenario nos permita. Con la caña en esta posición mantendremos mejor la tensión del hilo mientras el egi desciende, notaremos mejor la picada y tendremos más recorrido para hacer una buena clavada en caso de ataque. También evitaremos el viento y haremos que la línea se sumerja bien cerca de nosotros.

     Y ahora, a esperar. Dejaremos al egi pescar solo, mientras recorre el arco de descenso. No recogeremos línea.

     Si los tirones han sido ascendentes, nuestro egi puede haberse acercado a la superficie. En el descenso volverá a las aguas medias e irá navegando lentamente hacia el fondo. Podemos apurar hasta llegar casi al fondo y recorrer toda la columna de agua mientras el egi sigue pescando. Si la profundidad es mucha, podemos intercalar tres o cuatro jerks, con la caña en posición lateral, en mitad del descenso. Estos jerks laterales harán que el egi se desplace en un zig-zag horizontal sin que vuelva a ascender. Recordad que antes de cualquier serie de tirones habremos comprobado que nuestro egi navega libremente.

    Hemos llegado hasta el fondo. Comprobamos que no hemos enrocado y volvemos con los tirones, ahora verticales, para ir ascendiendo de nuevo... Y así, alternando jerks y descensos, hasta que el artificial llegue a nosotros. Iremos variando la intensidad de los tirones hasta encontrar el ritmo que funciona en ese momento.  Si después de unos cuantos lances no obtenemos respuesta, podemos cambiar el tamaño o el color del egi.

    Antes de sacar el artificial del agua es bueno comprobar si algún calamar ha venido tras él. Como muchos peces, el calamar puede perseguir a sus presas hasta la misma orilla para atacar cuando casi estamos a punto de sacar del agua el señuelo. Si vemos esta persecución y el calamar no se decide, no saquéis todavía el señuelo: dejad que se hunda un poco y hacedlo saltar arriba y abajo sin recuperar línea. Dejadlo suspendido unos instantes después de unos cuantos brincos. Este baile de último momento puede muy fácilmente hacer que el calamar se decida.





     LA TENSIÓN EN LA LÍNEA DURANTE EL ARCO DE DESCENSO

     Hemos explicado que la mayoría de picadas se darán durante el recorrido del señuelo hacia el fondo, después de los tirones. En ese momento es fundamental mantener el contacto con el artificial. No estaremos recogiendo línea, así es que ese contacto imprescindible no siempre es fácil.

     Durante estos descensos no tendremos la tensión en la línea que podría proporcionarnos la recuperación de un artificial que se agarra al agua y que nos traemos con el carrete. Tampoco tendremos la tensión que podemos esperar en el hundimiento de un señuelo más pesado. El descenso del egi es lento y ligero. El pajarito y la línea se dejan llevar y manejar fácilmente por el viento y las corrientes. Así es que, en condiciones difíciles, resulta complicado mantener una tensión constante y suficiente.

     Ayudará bastante a este propósito que mantengamos el puntero de la caña bien bajo y la línea sumergida cerca de nosotros. También es bueno comprobar hacia dónde se desplaza el artificial con la corriente o el viento y rectificar la posición de la caña buscando un ángulo que optimice la tensión. Un hilo delgado, que ofrezca menos resistencia al movimiento de las aguas o los vientos, también facilitará el trabajo.

    Con todas estas precauciones podremos mantenernos en contacto con el egi en esos intensos momentos de espera. La tensión de la línea nunca será exagerada, porque el pajarito tiene un desplazamiento, como hemos dicho, muy ligero. La línea mantendrá, incluso en el mejor de los casos, una ligera comba y una cierta sensación de soltura. Pero si esta relajación de la línea no es exagerada, bastará para lo que nos importa: percibir claramente la picada.


     LA PICADA

   Si el hilo está algo destensado puede que no notemos más que una leve succión del señuelo, un estiramiento de la línea y una ligera flexión de la caña. En estos casos la picada es menos clara y habrá que estar atentos a la línea, si es visible, para advertir el estiramiento y tensado que siguen al ataque y los primeros sifonazos de retirada del cefalópodo.

     Otras veces notaremos que el hilo se destensa sospechosamente, como si el señuelo se hubiera detenido. En este caso el calamar puede estar nadando hacia arriba, abrazado al señuelo.

   Desde luego, la picada más nítida, casi la más espectacular, es la que obtendremos en el arco de descenso. Si la sensibilidad del equipo acompaña y se ha dado el milagro de una justa tensión en la línea, la picada puede ser sorprendente. En la quietud de esa espera, mientras el egi navega solo, una picada franca de un calamar de tamaño puede hacernos creer que nos ha comido, casi, un pez.




     LA CLAVADA

     Como con los peces, hay que tener cuidado y no clavar antes de tiempo. En el ataque, el calamar dispara sus tentáculos más largos, atrapa a la presa e inmediatamente la rodea con sus brazos más cortos para llevársela al pico. Este proceso es rapidísimo. Pero si reaccionamos inmediatamente al golpe de los tentáculos largos y clavamos demasiado pronto, podemos impedir que el cefalópodo abrace completamente nuestro pajarito. El resultado será una clavada en los tentáculos largos, que son los más fáciles de partir. Así es que necesitamos esperar, como en el spinning, a que el animal haya completado el ataque y clavar cuando el señuelo prácticamente haya llegado a la boca del calamar. La clavada, en este momento, hará penetrar las agujas de la corona en los brazos cortos del cefalópodo, mucho más resistentes y seguros. Buscaremos que la clavada afecte a varios de estos brazos en su nacimiento, muy cerca del pico. Con los alfileres bien hundidos en esa zona, se evitarán los desgarros que puede provocar un alfiler clavado sólo superficialmente o los peligrosos estiramientos de los largos y finos tentáculos con los que el calamar empieza su ataque.





     En muchas ocasiones, la misma comba de la línea mientras el egi profundiza retardará la sensación de picada y dará tiempo a que el calamar complete el ataque. Si la línea está bien tensada y notamos claramente la picada , conviene tomarse unas décimas de segundo antes de clavar, bajando bien la puntera de la caña y preparando el gesto para el golpe.

     Pensemos que el cefalópodo, generalmente, no va a rechazar ni escupir inmediatamente nuestro artificial al notar el engaño, lo que podría obligarnos a clavar con más premura. El cefalópodo es bastante obstinado y se mantendrá asido al pajarito, intentando morderlo, aunque tardemos en detectar la picada o retrasemos la clavada. De hecho, podemos tener al calamar un buen rato abrazado al egi durante, por ejemplo, un descenso libre y sólo darnos cuenta al cerrar el asa y comprobar el peso del artificial. Por otra parte, si el calamar rechaza el señuelo después de abrazarlo, generalmente reculará para marcharse y es muy fácil que acabe igualmente enganchado en las coronas. Notaremos la succión y estaremos todavía a tiempo de clavar.

   Si el calamar ha atrapado el artificial mientras lo estamos animando, puede que no haya tenido la posibilidad de abrazarlo y se clave sólo en los tentáculos largos. Aquí es más arriesgado una clavada seria, así es que bastará con que afiancemos el señuelo y demos al animal por clavado. En estos casos, también la recuperación deberá ser más cuidadosa.

     Si hemos tomado todas estas precauciones y consideramos que el calamar ha abrazado completamente nuestro artificial, la clavada podrá ser rápida, seca y consistente. Tendremos que confiar en la elasticidad del conjunto: la absorción de la caña y la dulzura de un freno justamente calibrado. Si caña y freno acompañan, la clavada puede ser más contundente de lo que podríamos imaginarnos considerando la fragilidad de los tejidos del cefalópodo. En cualquier caso, no tenemos que penetrar una boca pétrea con un grueso anzuelo con muerte. Estamos clavando alfileres en un tejido blando y fácil de penetrar, así es que en ningún caso tendremos que aplicar una fuerza exagerada o repetir la clavada dos o tres veces. Si hemos preparado bien el gesto y confiamos en el equipo, bastará con levantar rápidamente la caña, notar el peso del animal y acompañar el cachete con una ligera amortiguación de la muñeca, para que el golpe sea corto y seco.




   Tan importante como la clavada es el afianzamiento del señuelo y la presa: después del cachete continuaremos con la elevación de nuestra puntera, sin tocar la manivela, dejando a la caña flexionarse y responder a los primeros sifonazos del calamar al sentirse prendido. Podemos aguantar en esta posición, sin recoger hilo, hasta que notemos que la flexión de la vara pierde su ímpetu y empezamos a levantar al animal. Son, quizás, los momentos más intensos de esta pesca -picada, clavada y primeros sifonazos- así es que no tengamos prisa y degustemos ese final de clavada con tranquilidad. Si el calamar está bien prendido no habrá peligro alguno de fugas o pérdida de tensión, así es que no hemos de tener urgencia alguna a la hora de empezar la recuperación. Dejaremos que la caña haga su trabajo y atempere las primeras reacciones del cefalópodo, los primeros sifonazos, las primeras salidas de hilo si el animal tiene cierta entidad. La única defensa del calamar es recular, así es que las primeras fugas acabarán de fijar la clavada y será difícil que luego lo perdamos.


     LA RECUPERACIÓN

     Si el calamar es pequeño para nuestro equipo bastará con una recogida continua y tranquila, buscando no perder la tensión de la línea.

     Pero a poco que el calamar tenga un tamaño suficiente para nuestro equipo, la manera más efectiva, segura y, por qué no decirlo, entretenida de traerlo es con un bombeo largo, delicado y tranquilo. Al final, la caña siempre tendrá más matices y será más sensible y dulce que la manivela de nuestro carrete. La caña nos dejará sentir con más claridad cuáles son las necesidades del lance y podremos mandar con más autoridad en la recuperación, para mantener la tensión justa del hilo.

     Manteniendo el bombeo con tranquilidad, el calamar remontará fácilmente y romperá la superficie bien pronto. Una vez a flor de agua, el animal querrá seguir reculando y descargará su sifón al aire. Si no vuelve a cargarse de agua, ya no tendrá más defensa. Lo traeremos poco a poco hacia nosotros y nos prepararemos para hacernos con él.





     Lo mejor es el salabre, y recogerlo por detrás. Si no lo tenemos y el calamar no es muy grande y viene bien clavado, podemos levantarlo con la caña y traerlo fácilmente a la mano. Si el calamar es demasiado para la caña,  podemos elevarlo tomando la línea. Esto siempre es arriesgado, porque si el animal viene clavado por los pelos o por los tentáculos largos corremos el riesgo de perderlo. En cualquier caso, lo levantaremos muy despacio, sin tirones ni movimientos bruscos y habiéndonos asegurado de que el calamar haya soltado todo el agua de sus sifones, para no añadir peso a esta delicada operación.

 Si el calamar es grande, viene mal clavado y no tenemos sacadera, ni ganchos, ni lugar donde vararlo cuidadosamente... es muy posible que lo perdamos. Siempre nos quedará, eso sí, haberlo disfrutado de la mejor manera posible y haber tenido bien cerca a un animal tan sorprendente y hermoso.














lunes, 28 de enero de 2013

TUTORIAL EGING (2)





EL SEÑUELO


     Les llamamos pajaritos, jibioneras, egis... pero la verdad es que se parecen bastante a una gamba.






   
    Los señuelos tradicionales para la pesca de los cefalópodos imitan a una gamba o a un pez presa y se fabrican hundidos y armados con coronas de púas o alfileres, sin muerte. Los pajaritos que usaremos en el eging tendrán el plomo incorporado y podrán ser lanzados sin ningún tipo de plomado adicional en la linea.

     Según sus dimensiones tienen una numeración, generalmente visible en el plomo.








     Espero dedicar una entrada a algunas de las variaciones en el diseño de este, en principio, tan simple artificial. Hagamos ahora un pequeño apunte de lo que puede interesarnos saber para empezar a pescar.

     Además del tamaño y el peso, cada egi tiene una velocidad de hundimiento particular. Esta es una información que debería ofrecer el fabricante y que es interesante tener en cuenta. Para zonas con poco calado o si queremos hacer nadar nuestro artificial cerca de la superficie, necesitaremos egis con un hundimiento lento. Si pescamos en zonas profundas o queremos hacer una pesca más activa, nos irá bien un egi que profundice más rapidamente.

      La mayoría de modelos vienen vestidos con una camisa de tela y pueden también activarse con la luz, bien en todo el cuerpo o en ojos y cola, produciendo una luminiscencia que puede venirnos bien si pescamos de noche o con cambios de luz.

     Las coronas de púas o alfileres serán nuestros anzuelos para esta técnica. Interesa que estén bien afiladas, que sean finas y firmes y mejor dos hileras que una sola. Si son dos, será interesante que estén montadas con una cierta rotación entre ellas, para alternar las púas, mejorando la clavada y evitando desgarros.






     A partir de estos elementos básicos podemos complicarnos todo lo que queramos al elegir nuestros egis, porque el mercado de estos artificiales es cada vez mayor y las variaciones en color, revestimiento, materiales, plomados y diseño son muchas y vendrán más. Pero pescaréis calamares con señuelos sin tela, ni  luminiscencias, ni holografías estupendas. Para empezar, no nos compliquemos: un pequeño surtido de tamaños, colores y velocidades de profundización nos bastarán para hacer un eging eficaz.

      Sí habrá que pedirle a nuestro egi, sofisticado o simple, que tenga un buen equilibrado.

    Consideraremos que un egi está bien equilibrado si, una vez sumergido y sujetándolo con el hilo, se mantiene suspendido en posición horizontal o con las coronas ligeramente levantadas.



Egi  bien equilibrado, con natación horizontal.


Egi bien equilibrado, con las coronas ligeramente elevadas.


    Este equilibrado del egi proporciona al señuelo una natación muy ágil y eléctrica. El pajarito basculará sobre el eje de la quilla plomada y ascenderá vertiginosamente con cada tirón. La flotabilidad de la cola lo colocará en una posición muy natural en los descensos y, en general, el señuelo ofrecerá una gran sensación de ligereza y estabilidad.

     Una navegación equilibrada ofrece, además, una posición del señuelo que parece invitar al ataque del cefalópodo. En los descensos, el egi se inclinará para dejar bien expuesta la zona ventral, foco principal del ataque del cefalópodo tras la persecución. Por el contrario, un egi que navegue con las coronas por debajo de la línea de la cabeza, puede hacer recelar más al calamar y hay más posibilidades de tener rechazos y persecuciones sin ataque. En un egi mal equilibrado la natación resultará, también, menos ágil y precisa.


Egi mal equilibrado: las coronas flotan por debajo de la cabeza.

     No está de más, por tanto, que al estrenar un señuelo comprobemos su correcto equilibrado. Cualquier mínimo defecto de fabricación en el plomado puede cambiar los equilibrios entre señuelos aparentemente idénticos de una misma marca.

     Para que el señuelo navegue correctamente habrá que estar atentos, también, a que las coronas estén libres de algas o cualquier resto que pueda hacer que pesen más y que el pajarito pierda su posición mientras lo dejamos profundizar.








 
      
      CÓMO TRABAJAMOS EL EGI


     Si después de haber lanzado, dejamos al pajarito profundizar con la línea libre, sin cerrar el asa, el artificial se irá hundiendo en una caída vertical, a plomo, con más o menos velocidad según su peso y diseño.






     En este momento la posición del egi, con la cabeza en picado y las coronas bien levantadas, es ya atractiva para el cefalópodo y podemos recibir más de un ataque. Pero el hilo estará destensado y será difícil percibir la picada. Habrá que estar atento a cualquier cambio en la velocidad de salida del hilo en la bovina, como hacemos cuando esperamos ataques en la caída, por ejemplo, de un jig.

     Cuando, después de esta primera fase de hundimiento libre, cerramos el asa y el hilo se tensa para sostener el señuelo, el egi quedará en su posición ideal de navegación: la cabeza moderará su descenso y las coronas se colocarán en la posición que hemos buscado cuando comprobábamos el correcto equilibrado. En esta posición el señuelo ofrece su mejor escorzo para el ataque del cefalópodo.

       Si ahora empezamos a recoger línea con la manivela, el egi avanzará hacia nosotros en trayectoria más o menos horizontal y rectilínea, según sea la velocidad de recogida y del  hundimiento del artificial.



 


     Pero en el eging vamos a buscar otro recorrido del señuelo:
     Si, una vez hemos cerrado el asa y el señuelo ha estabilizado su posición, no recogemos hilo y dejamos que el egi siga hundiéndose sostenido por la línea, la trayectoria del artificial será un arco de circunferencia cuyo centro está en el puntero de nuestra caña.






     Durante el recorrido de este arco, el egi irá descendiendo lentamente y acercándose a nosotros en su posición ideal de navegación. El hilo estará en esos momentos sosteniendo el descenso del artificial y mantendrá la tensión necesaria para que notemos cualquier ataque.
    El recorrido de este arco será interrumpido cuando animemos nuestro egi. Los tirones y vueltas de manivela harán que el señuelo ascienda con quiebros y zigzagueos. Cuando volvamos, después de los jerks, a dejar al egi profundizar otra vez sin recoger hilo, nuestro señuelo iniciará un nuevo arco de descenso y estará dispuesto a recibir el ataque en la posición correcta de cuerpo y coronas. Esta es, básicamente, la dinámica de trabajo con el señuelo en el eging: descensos libres; arcos de descenso cuando sostenemos el artificial sin mover manivela ni ceder hilo; jerks; arcos de descenso; jerks...






 
   Con esta animación conseguimos cubrir amplias capas de agua y mantener al señuelo el máximo tiempo posible en el agua. Iremos prospectando las cercanías del fondo, las aguas medias y las más superficiales hasta encontrar la profundidad en la que tenemos actividad. Este es un recorrido pensado para la pesca del calamar, bastante más pelágico que pulpos y sepias. Para estos últimos, el trabajo del egi será más bentónico, con alguna recogida lineal para navegar horizontalmente muy cerca del fondo e, incluso, con alguna parada en el suelo si la zona es segura, sin mucho peligro de enganche con algas o roca.







     EL JERKING

     
     Cuando nos empezaron a llegar noticias de esta forma de pescar cefalópodos en Japón, se decía que esa manera tan exagerada de mover el señuelo asustaría a nuestros calamares. Que los calamares japoneses eran más agresivos. Nuestros calamares ya se pescaban bien con recogidas lentas y una animación más suave.

     Si esta manera más dinámica de mover el egi sólo podía servir para los calamares japoneses, la pregunta inmediata debía ser esta: ¿Se mueven las presas de los calamares japoneses de manera diferente a como se mueven las presas de los calamares de por aquí? Dicho de otra manera: ¿Son, por ejemplo, nuestras gambas más lentas, más tranquilas, cuando andan los calamares occidentales a la caza? ¿Es nuestro Loligo vulgaris menos agresivo que el calamar oriental?






      La verdad es que los calamares, japoneses o paisanos, son animales muy agresivos, rápidos y voraces. Están, aquí y allá, diseñados para cazar, para perseguir velozmente a sus presas y atacar con precisión y eficacia cualquier cosa que pueda comerse. Así es que no tengamos miedo: nuestros calamares no se van a asustar con un movimiento agresivo del egi. Es más, cuanto más intenso es el movimiento de nuestro artificial, más agresiva es la respuesta del cefalópodo. Más llama a su instinto, inequívocamente predador.

     Los tirones en el eging funcionan de la misma manera que funcionan en el movimiento de cualquier señuelo: animan, dan un alma al artificial, lo hacen parecer vivo, asustado, herido o desorientado. Los jerks en el eging, llaman, atraen y fijan la atención del cefalópodo. Excitan al calamar y desencadenan sus respuestas predadoras. Aunque, en general, el calamar esperará a que la presa parezca agotada o rendida (la navegación en el arco, justo después del jerkeo) no será raro que ataque justo en el momento de mayor intensidad de los tirones, en pleno ascenso vertiginoso o entre quiebro y quiebro.

     Así es que no tengamos dudas a la hora de animar nuestra gamba con toda la intensidad que queramos y con toda la variedad de movimientos, paradas y quiebros que estos artificiales pueden ofrecer y que una presa típica puede desarrollar cuando se siente amenazada.






 
 
    Los egis pueden tener un movimiento complejo y espectacular. Son rápidos y secos en los tirones, casi suspendidos en las paradas (sobre todo los egis con hundimiento lento) Y tienen un WTD sumergido fácil y amplio. Jerks verticales provocarán un zig-zag ascendente, más o menos amplio según los tirones sean largos o cortos. Con la caña en posición lateral y tirones paralelos a la superficie, el egi hará un zigzagueo horizontal, sin variar la profundidad. Entre tirón y tirón dejaremos destensar ligeramente la línea, como hacemos con jigs o vinilos, para permitir al artificial avanzar lateralmente, de lado a lado.

     Las variaciones son muchas y el ritmo y la alternancia de velocidades y amplitudes de los jerks pueden combinarse y personalizarse de mil maneras. En la red podréis ver muchos ejemplos de cómo se viene haciendo en Japón y cómo se empieza a hacer por nuestras aguas. No creo que hagan falta coreografías exageradas, pero estará bien que nos paremos a ensayar variaciones del movimiento del egi, para tratarlo como a cualquier artificial de los que usamos en el spinning, buscando cómo convertirlo en algo vivo.
   
     Al final, la intensidad y ritmo de toda esta sucesión de tirones y descensos dependerá, como en cualquier pesca con señuelos, de la actividad del momento, de lo aburridos que estemos...o del frío de la noche.






     En la próxima entrada vemos cómo clavamos y nos traemos al cefalópodo.












lunes, 7 de enero de 2013

TUTORIAL EGING (1)











     Esta es la primera de una serie de entradas dedicadas al eging, la pesca de cefalópodos desde costa con señuelos artificiales. Es una técnica relativamente nueva para mí y creo que para muchos de nosotros. Pero, con todo, este será el quinto invierno que dedico enteramente a esta manera de pescar venida de Japón. Voy a intentar traer aquí lo que he podido aprender en este tiempo, esperando sirva de ayuda a aquellos que quieran empezar. Espero que pueda interesaros y agradeceré a quienes ya la practican todas las correcciones y comentarios que puedan aportar.

     ¿Empezamos con el equipo?






EQUIPO

     Si hacéis spinning y queréis probar esta modalidad de pesca quizás podáis aprovechar los equipos que tenéis antes de buscar algo más especializado.

     Podréis haceros una idea de cómo usar esta técnica con una caña de 2'10 a 2'70 y un CW de 5-20, 10-30g. Con cañas más duras no lanzaréis con toda la eficacia necesaria señuelos como los pajaritos, que pesan entorno a los 5-22g. Cañas más rígidas tendrán también más posibilidades de desgarrar o cercenar los delicados tentáculos de los cefalópodos.

     Un carrete liviano en tamaño 2000 o 3000 será suficiente, cargado con 150m de trenzado de 5 a 10 lb. Bajo de fluorocarbono o nylon del 0'20 al 0'30. Con este equipo de spinning y unos cuantos pajaritos ya podéis obtener buenos resultados y buenas sensaciones.
     Si la modalidad os convence, podemos buscar equipos más especializados. Veamos:


LA CAÑA

     Las cañas que se usan específicamente para el eging tienen una acción rápida o moderada- rápida. Elegir una u otra acción es algo que tiene mucho que ver con el gusto del pescador y aquí no encontraremos mucha diferencia con el spinning. En líneas generales, y si no tenéis muy claro qué comportamiento os puede interesar, os diría que elijáis aquella acción que más os guste en el trabajo, por ejemplo, de los jerks de vinilo o los jigs de bucktail. Veremos más adelante que los movimientos con los que animamos el egi se parecen más a los jerks con los que movemos vinilos y jigs, que aquellos movimientos con los que trabajamos paseantes, o minnows. Por otra parte, en la recuperación del calamar o la sepia no vais a tener una pelea extraordinaria, ni complicada en tirones o fugas a la piedra, así es que también podéis pensar en la acción que más os divierta, sin preocuparos de si vais a perder más o menos calamares por trabajar de punta o con el tramo medio.





     Sí es importante que nuestra caña, rápida o lenta, tenga una punta sensible. El calamar y la sepia atacan con decisión y velocidad, con un movimiento seco y vertiginoso de sus tentáculos más largos. Pero este ataque no viene seguido, como decimos, de grandes cabezazos, ni tirones y fugas violentas. Muchas veces el cefalópodo quedará abrazado al egi y empezará a querer morderlo allí mismo, sin más agitación. Un ataque así es fácilmente detectado por el pescador cuando se está moviendo el pajarito dando vuelta de manivela. Notaremos, sencillamente, que el señuelo se frena. Pero en el eging, la mayoría de los ataques se dan cuando estamos dejando al pajarito profundizar, después de unos cuantos jerks. En ese momento la manivela está quieta y al egi ya no lo traemos nosotros. La conexión del señuelo y la línea es, en esas condiciones, muy sutil. Si se ha perdido la tensión en el hilo, el calamar puede hacer su ataque sin que lo notemos. Un trenzado y leader finos, mantener el contacto con el artificial y, sobre todo, una puntera sensible, harán más evidente la picada. 

     Así, buscamos cañas delicadas con los tentáculos, pero con cierto nervio para mover el señuelo y detectar la picada con claridad. Cañas livianas y con un buen blank, pensado específicamente para esta pesca, deberían ofrecernos esas prestaciones.

     Los egis, los señuelos que usamos en esta técnica, tienen un número, atendiendo a sus dimensiones (2.0, 2.5, 3.0...). El CW de estas cañas viene expresado con el máximo y mínimo número de los egis que pueden lanzar y manejar. La traducción a gramos no es fácil ni inmediata porque, como veremos cuando hablemos de los señuelos, la numeración no se corresponde con un peso exacto. Pero podemos hacernos una idea aproximada atendiendo al peso medio del egi según su numeración:

                           EGI                    gramos

                     2.0                           6-10g
                     2.5                         10-15g
                     3.0                         16-20g
                     3.5                         20-25g
                     4.0                         25-30g
                     4.5                         30-35g                                                                                          

     Así, por ejemplo, una caña de 2.5-3.5 puede equivaler a un CW de 5-28g.

     En el mercado japonés también hacen su clasificación atendiendo a la potencia del blank y al tipo de eging que se puede practicar con los diferentes rangos de lanzado. Desde un eging Ligth, a un eging que podríamos llamar pesado. Aquí, una denominación típica de Daiwa:


                                  UL   1.5-2.5
                                     L   2.5-3.0
                                  MH  2.5-4.0
                                     H  2.5-4.5


     La elección del tipo de caña, en este sentido, puede mantener los mismos criterios con los que elegimos una caña de spinning. Pensaremos en el tamaño de las piezas que esperamos encontrar y en las condiciones de nuestros pesqueros. Para cefalópodos pequeños y zonas poco complicadas, una caña de ligth eging nos hará optimizar la sensibilidad. Si esperamos calamares grandes y tenemos que subirlos a la piedra, o con oleaje y fuertes corrientes; o si los buscamos en zonas con buen calado, podríamos necesitar una caña algo más potente, MH o H.




     Nos pasa también con el spinning: queremos disfrutar al máximo con las capturas no sobre-dimensionando el equipo, pero no queremos andar desvalidos si nos aparece un gran pez. En el eging deberíamos preocuparnos menos de si nos quedamos cortos con la potencia de la vara, porque es muy posible que el calamar más grande que vayamos a pescar nunca en nuestras aguas consigamos sacarlo con una caña de eging ligero. Así es que podemos elegir el rango de lanzado de nuestra caña atendiendo más a la comodidad de manejo o a las condiciones medias de nuestros mares y pesqueros. Excepto en el caso de grandes pulpos que se nos aferren a la piedra (difíciles de sacar incluso con equipos potentes), no nos vamos a encontrar con animales que pongan en riesgo nuestro equipo. Podemos afinar sin miedo buscando la caña más ligera que nuestros pesqueros nos permitan, para conseguir el máximo de sensibilidad y disfrute.

     Una acción media, un poco todo-terreno, podría ser una 2.0-3.5. En este rango, si la caña tiene un mínimo de sensibilidad, podréis disfrutar de calamares de pequeño y mediano tamaño y podréis afrontar sin mayores dificultades la pesca de ejemplares de kilo, incluso traídos desde zonas bien profundas.

     Al elegir la longitud de la vara tendremos también presentes las características de nuestras zonas de pesca y nuestras preferencias. Tened en cuenta, en cualquier caso, que en el eging la animación del pajarito es algo más activa y variada que nuestra tradicional recogida lenta con algún toque de puntera. Una caña muy larga nos cansará más y hará más incómodos los jerks, a veces muy rápidos y enérgicos, con los que movemos el señuelo. Un talón corto facilitará también la secuencia de movimientos.

     Finalmente, para un mejor trabajo con diámetros de línea finos y para evitar enredos con las anillas mientras hacemos esta particular animación del egi, las cañas específicas suelen montarse con anillas Low Rider en el tramo final del blank y con punteros MNST. Algunos modelos incorporan también una anilla de salida invertida.




EL CARRETE

     El carrete para eging debería ser ligero y en un tamaño no superior a un 3000 de Shimano. La recuperación del calamar o la sepia es relativamente sencilla y no va a exigir al carrete un trabajo profundo. No vamos a necesitar un freno potente. No manejaremos señuelos muy pesados. Así es que estamos hablando de carretes para un spinning medio-ligero, sin demasiadas complicaciones.





     Aunque no necesitemos un freno muy potente, sí es recomendable que nuestro carrete tenga un freno largo, fino en el ajuste y con poca inercia. Lo trataremos más a fondo en el capítulo dedicado a cómo pescamos al eging, pero hemos de saber que la regulación del freno en esta técnica es fundamental. Trabajaremos con taras mínimas, afinando más en gramos que en kilos, y necesitamos un carrete que responda con sutiliza a estos esfuerzos tan discretos. Buscamos, al final, un freno que reaccione a los sifonazos de un calamar de buen tamaño y que tenga la inercia justa para clavar al animal y dejarse correr antes de desgarrar tejidos.

     El ratio no necesita ser muy alto y la recogida por vuelta de manivela tampoco necesita ser mucha. La animación del egi y la recuperación del cefalópodo se pueden hacer con solvencia con cualquier ratio al que estemos acostumbrados. En los carretes específicos para esta técnica los ratios oscilan entre los 5.0 y 5.2 con recogidas por vuelta de manivela de 70 a 78 cm.

     Esto es sólo una preferencia personal: puestos a elegir, prefiero ratios más bajos. En esta técnica nada va a exigir al equipo, como hemos dicho, de esfuerzos extraordinarios. Pero creo que el mayor desgaste del carrete en el eging se debe a la particular animación del pajarito, a pesar de la ligereza de estos señuelos. Nuestros jerks serán a veces muy bruscos, con caídas y golpes secos con la linea destensada, con mucho tirón de manivela... Aunque el freno tan levemente tarado amortiguará cualquier exceso de tensión, el carrete agradecerá un buen anclaje del asa y guia-hilos y unos engranajes potentes. Esto es especialmente importante si se trabaja en grandes profundidades o con egis mayores. Así es que, como no es necesaria una gran velocidad de recogida, se agradecerán carretes con una buena tracción.

     Cargaremos la bobina con un trenzado fino, del 0'06 al 0'10. Las razones por las que usaremos trenzado, en lugar de monofilamento, son las mismas por las que mayoritariamente preferimos usarlo en el spinning: menor calibre para la misma resistencia; nula elasticidad y, por lo tanto, mejor contacto y conexión con el artificial y la presa. Así es que será bueno que nuestro carrete sea capaz de bobinar ordenadamente la trenza y que tenga una buena salida de linea para conseguir lances largos y precisos.

    Ciento cincuenta metros de trenzado serán suficientes: ningún calamar va a vaciarnos la bobina. De hecho, la mayoría de carretes específicos tienen bobinas de poca capacidad para mejorar peso y lance.




     El bajo será de fluorocarbono o nylon poco visible. La ortodoxia aconseja siempre el uso del fluorocarbono, porque el calamar tiene un ojo prodigioso. Pero en esto también veremos, como en el spinning, que los nylons de última generación, con una invisibilidad muy cercana a los fluorocarbonos, pueden usarse sin miedo a que pesquemos menos. Sí es recomendable el uso de diámetros muy finos, ajustando el calibre hasta no comprometer la poca resistencia que exigimos al conjunto, pero intentando no sobre-dimensionarlo: no vamos a tener roces peligrosos con el animal, ni dientes, ni paseos por las profundidades rocosas. Un leader fino será menos visible y, junto con la sutileza del trenzado, dotará al conjunto de una mayor sensibilidad en la acción de pesca.

     Para acabar con las características de nuestro carrete, querría hacer una observación sobre la calidad de la maquinaria.

     En el eging hay momentos de especial dulzura, de extraordinaria sutileza y finura. Un carrete silencioso, suave y sin holguras hará que degustemos mejor todo el proceso. Muchas veces pescaremos de noche, muy despacio, casi al tacto y al oído. Un freno que ceda con precisión, que suene bien, que acompañe la absorción de la caña; un giro suave y silencioso en la recuperación, mientras bombeamos al calamar; una manivela firme... Todas estas virtudes de la maquinaria nos proporcionarán un placer especial, una elegancia en el tacto y la sensibilidad general del equipo, que lo son casi todo en esta técnica. Pensemos que no estamos buscando pescar más cefalópodos (que también): estamos buscando afinar la técnica para disfrutarlos de otra manera. Casi, como si fueran peces.




     En la próxima entrada hablamos un poco de señuelos y empezamos a pescar.